AUTOEVALUACIÓN (1).

Ayudar a los alumnos a que gestionen su propio proceso de aprendizaje.

John Hattie, (nacido en Timaru, Nueva Zelanda, y Profesor de Educación y Director del Melbourne Education Research Institute, de la Universidad de Melbourne, Australia, desde marzo de 2011), apuesta por dar un enfoque diferente al papel del profesor en el aula. Lo define como “sujeto de cambio”, según esta idea de Hattie, el profesor debería ejercer el importante papel de ser quien aplique las estrategias adecuadas y realistas  para guiar a los alumnos hacia el éxito, incluso más allá de las expectativas del propio alumno, en ocasiones desmotivado o con baja autoestima.

Para que esto sea así, es necesario que en la clase, los alumnos sepan exactamente lo que están aprendiendo, los avances que van experimentando y dónde les va a llevar eso que están siendo objeto de estudio.

¿QUÉ NOS PROPONEMOS APRENDER? La importancia de definir bien los objetivos.
No siempre hacemos partícipes activos a los alumnos de los objetivos de aprendizaje. ¿Cómo puede entonces un alumno al que le cuesta o se le resiste parte de la materia mejorar si no sabe exactamente lo que esperamos que aprenda? Esto precisamente es lo que queda definido por los objetivos. Y esos objetivos deberían ser conocidos por los alumnos desde el inicio, como quien conoce las reglas del juego para poder participar con cierta garantía de éxito y seguridad.

Comenzar las clases con “Puedo…”  seguido de la competencia y/o contenido que es parte fundamental de la sesión y que se pretende alcancen ayudará a los alumnos a situarse.

Ejemplos que utiliza John Hattie. “Puedo calcular la medida de un lado en figuras similares”. “Puedo describir el movimiento en el plano”.

Cuando más precisa sea la redacción de estos descriptores, más clara será la planificación de la sesión, tanto para el profesor como para el alumno. Cuánto más clara sea la planificación de la sesión y el objetivo final, más sencillo será diseñar la evaluación del proceso.

Sin embargo, el mayor beneficio de esta práctica es que los objetivos de aprendizaje permiten al alumnado articular su propio proceso de aprendizaje  e ir midiendo sus avances y poder predecir cuáles podrían ser los resultados.

Si hacemos esto a lo largo de la unidad, los objetivos de la misma se irán acumulando, lo que dará opción a mostrarlos en conjunto dando una visión global. Visión de conjunto que puede dar lugar a interesantes discusiones sobre lo que se ha aprendido, lo que se está aprendiendo y dónde nos puede llevar ese aprendizaje.

AUTOEVALUACIÓN. Las ventajas de ser consciente y conocedor de lo que se aprende.
Llega el momento de comprobar lo aprendido. Hacer preguntas o proponer actividades basadas en los descriptores anteriormente redactados será de gran utilidad. La evaluación formativa durante el proceso de aprendizaje dará información relevante sobre en qué aspectos podrían necesitar ayuda los alumnos. Además son los propios alumnos los que en este momento, pueden hacer balance y valorar sus progresos, comprobando si hay parte del contenido que no dominan.

Para que esta corrección de la evaluación formativa (en forma de cuestionario, test o como quiera que se plantee) sirva de autoevaluación, es importante no poner nota y limitarse a subrayar los errores. De este modo, el alumno se centra en lo que debe mejorar y no exclusivamente en el número que representa la nota. Esta técnica, combinada con el uso de rúbricas dará mucha información al alumno del punto en el que se encuentra, aprenderá de los errores y será capaz de mejorar para la evaluación final de la unidad.