Hablando bien, escribiendo bien.

El punto.

escribiendo

Puntuación viene de punto, con lo que no hay que preguntarse mucho cuál es el signo de puntuación por excelencia. En latín punctum está realacionado con ‘pinchar’, ‘punzar’ (se ve por palabras afines en castellano, como punción). En efecto: el conocido signo con el que terminamos una oración presenta una diminuta forma circular, similar al resultado de pinchar con una aguja.

Probablemente los griegos ya utilizaban algún tipo de punto, pero es entre los textos latinos donde podemos empezar a encontarrlo. Primero se utilizó, en vez del espacio en blanco, para separar las palabras (por ejemplo en inscripciones), pero los gramáticos de los siglos IV a VIII empezaron a utilizarlo para marcar las pausas, escribiéndolo con altura variable: más alto cuanto más larga era la pausa que indicaba. Así, existía el punto en la línea de base de la escritura (como hacemos hoy (.), en el centro de la línea (·), o en posición superior (°). Estos tres tipos de puntos equivalían, grosso modo, a los actuales, coma, punto y coma o dos puntos, y punto. Por más extraño que este sistema pueda parecer hoy, llegó hasta los primeros libros impresos…

Como la altura del signo estaba sujeta a error (sobre todo cuando se abandonó la escritura en mayúsculas), pronto se añadieronotros rasgos para diferenciar los distintos tipos. Por esa razón, el punto está en el origen de otros signos, hasta el extremo de que su nombre en latín y en otras lenguas lo recuerda: no sólo el punto y coma y los dos puntos, sino el punctus admirativus -la admiración en latín- o el point de’interrogation -la interrogación en francés.

En realidad, al hablar del punto en la actualidad deberíamos distinguir como mínimo dos tipos (y probablemente tres). Está el punto y seguido -que divide oraciones en el interior de un párrafo- y el punto y aparte (llamado en algunos lugares de América tabiém punto acápite) -que crea un párrafo nuevo.

(Del libro: “Perdón, imposible. Guía de para una puntuación más rica y consciente”. José Antonio Millán. Editorial RBA).

Autor: El Blog de TEIDE-HEASE

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