Respuestas a comportamientos disruptivos en el aula.
¿Consideras que el comportamiento disruptivo se debe solo a un deseo de romper las normas o negarse a cumplirlas? ¿Crees que las medidas exclusivamente punitivas son efectivas para disminuir este tipo de comportamientos negativos?

El abandono familiar, el llamado trastorno oposicional desafiante que se da en 1 de cada 16 alumnos, alumnado que en clase se muestra especialmente inquieto y desmotivado son otros motivos que pueden llevar a un adolescente o joven a mostrar comportamientos no adecuados incluso agresivos.
El mal comportamiento, en un nivel adecuado, se considera una parte necesaria y adecuada del desarrollo emocional de un niño. Cuando los niños alcanzan la adolescencia sus modelos pasan de ser los adultos a ser sus iguales, sus habilidades de pensamiento abstracto se desarrollan llevándolos a hacerse muchas preguntas, llegando a cuestionar aquellas estructuras de autoridad que hasta este momento habían sido aceptadas sin problema. Aquello que vemos como una necesidad de romper las normas es en realidad la manera con la que los preadolescentes ponen a prueba los límites y pretenden ganar independencia.
No está demostrado, al menos a largo plazo, que el método de establecer reglas estrictas a la vez que se imponen duras consecuencias por mal comportamiento sea muy efectivo a la hora de manejar el ambiente de trabajo adecuado de nuestro aula.
Situación 1: dar respuesta a comportamientos una vez que son visibles, desatendiendo a las causas internas que podrían llevar a ese comportamiento.
Imagina que dos alumnos están teniendo comportamientos disruptivos en el aula. Dar la misma respuesta a esos dos comportamientos similares podría hacer que la mala conducta de uno mejorara pero que la del otro alumno empeorase de manera notable. Esto se debe a que los motivos de cada uno son radicalmente distintos. ¿Abordarías del mismo modo el mal comportamiento del alumno que se comporta de manera incorrecta porque está experimentando una situación complicada y de estrés en casa que el del alumno que simplemente busca llamar la atención del resto de los de clase?
Lo adecuado sería profundizar y buscar señales que se podrían estar repitiendo cuando hay un problema de conducta. Para ello puede ser útil dar respuesta a preguntas del tipo; ¿qué ha sucedido en el entorno antes y después del episodio de mal comportamiento? ¿quién estaba presente? ¿en qué momento sucede?
Para la profesora de educación especial Nina Parrish, “un comportamiento determinado ayuda al alumno a obtener algo deseado o a escapar de algo no deseado”. Si los profesores pudieran averiguar qué pretende el alumno con su comportamiento, sería relativamente sencillo hacer frente de modo positivo y con efectividad a los malos comportamientos.
Situación 2: aceptar y asumir que un mal comportamiento no es un problema académico.
Un estudio publicado en el siguiente artículo Zac D. Johnson, Zachary W. Goldman & Christopher J. Claus (2019). Why Do Students Misbehave? An Initial Examination of Antecedents to Student Misbehaviour, Communication Quarterly, 67:1, 1-20. Demuestra que algunas de las razones más frecuentes por las que los alumnos tienen problemas de comportamiento son: falta de disciplina, desmotivación y deseo de impresionar a los compañeros de clase. De manera sorprendente detectaron que el 20% de las veces, los comportamientos no deseados podrían deberse a dificultades académicas (no entender la tarea a realizar, tareas excesivamente complicadas, etc) por lo que la conducta no deseada era la respuesta del alumno a la frustración generada por la incapacidad de gestionar la dificultad planteada.
Situación 3: plantar cara a comportamientos no adecuados pero de poca importancia y que podrían ser tratados de otro modo y no con una sanción.
Muchos de estos comportamientos negativos desaparecerán si no se les da importancia. Llamar la atención a los alumnos por no prestar atención o por despistarse momentáneamente hablando en clase, puede tener un efecto contrario al deseado. Lejos de contribuir a que desaparezca se podrían estar reforzando comportamientos inadecuados. Por tanto, en lugar de reprimir y corregir el comportamiento no deseado, lo adecuado sería destacar los comportamientos adecuados que queremos que otros tengan. Felicita públicamente a quien ha terminado sus tareas a tiempo, a quien ha pasado de una actividad a otra de modo autónomo y sin interrumpir. A quienes quieres que cambien su actitud háblales en privado invitándoles a reflexionar en lo que pueden mejorar y aceptando las responsabilidades derivadas de no actuar correctamente.
Situación 4: es complicado esperar que los alumnos estén conformes y se muestren dispuestos a seguir las normas sin un trabajo previo en el terreno emocional.
Imponer normas llevará al resultado contrario al seguimiento y aceptación de las mismas. Lo habitual será que se rebelen, te pongan a prueba y comprueben hasta dónde pueden llegar.
Una buena gestión del aula se basa en construir relaciones sólidas alumno-profesor basada en la confianza y en la comprensión. No se trata de tener el control de tus alumnos ni de conseguir el comportamiento perfecto. Consiste más bien, en mostrar tu apoyo para que sean los propios alumnos los que mantengan su autocontrol en el día a día. Para ello vale la pena poner en práctica estrategias pro activas tales como: saludar a la entrada al aula de manera individual y siempre en positivo, trabajar activamente para mantener vínculos y compartir intereses, crear las normas en colaboración con el alumnado o ayudar a los alumnos a desarrollar las destrezas socio-emocionales que necesitan para regular su propio comportamiento y gestionar su autocontrol.