Budapest, una ciudad increible.
Budapest es una ciudad increíble. Cada uno de los edificios, incluso el más pequeño, tiene una fachada con miles de adornos a los que te dan ganas de hacer una foto.
El Danubio, la primera vez que lo ves, impresiona su inmensidad, ves pasar varios cruceros… ¡al mismo tiempo! Desde el Szabadság híd, el Liberty Bridge en inglés, hay unas vistas increíbles de la ciudad y también un viento muy fuerte, por lo menos las veces que he pasado por él.
El transporte público funciona de maravilla casi siempre. Llega un metro cada 3 min en hora punta y siempre con espacio en los vagones. Algo que me ha gustado mucho del metro de Budapest, es lo que tienes que bajar. Mientras bajas por las escaleras, si miras abajo o arriba puedes tener una sensación de vértigo.
El parlamento es uno de los sitios más turísticos, y no hay duda del porqué. Es enorme, gigantesco y precioso. La vez que fuimos, no nos fue posible verlo por dentro. Algo que me impactó fue ver en las fachadas de los edificios cercanos al parlamento agujeros de bala pertenecientes a la revolución de 1956 contra la Unión Soviética.
Un día, nuestro guía y jefe, nos llevó a las montañas de Buda, donde nos pudimos montar en ¡un tren llevado por niños de hasta 14 años! Una experiencia muy agradable e interesante, ya que ves a los niños trabajar como pequeños adultos. Donde nos bajamos, pudimos ir a una torre en la que se veía una panorámica impresionante de Budapest.
(He de decir que hacía mucho sol y no veía nada en las fotos…)
Otros días hemos ido a la Plaza de los Héroes, donde están las estatuas de los líderes de las tribus que fundaron Hungría y los personajes húngaros más históricos, como San Esteban. Cerca se encuentran una de las termas más conocidas, a las que, por supuesto, iremos un día.
Los Ruin Bars son otro de los sitios que hay que ver, porque son impresionantes. La primera vez que entras en uno, impresiona mucho. Buen ambiente (depende de a la hora que vayas), con muchos tipos de música y eventos. ¡Y buena cerveza!
Nos queda todavía mucho por ver, pero hasta ahora, Budapest no me ha decepcionado lo más mínimo, sino todo lo contrario. La gente muy agradable en su mayoría, sobre todo en un pub a los pies de la iglesia Assisi Szent Ferenc Plébánia Templom, el Orfeusz Söröző.